Factores Humanos al Volante

Escrito por: Psicóloga Mónica Gómez Caniella, Consultor. Formador, Mgomezcan@gmail.com

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El alto índice de accidentes no tiene que ver sólo con el numero de vehículos circulando, habitantes en las ciudades o condiciones de infraestructura. El principal determinante de los siniestros es el llamado “factor humano”. La negligencia, el descuido, los conflicto entre los distintos actores del tráfico (conductores y peatones), entre otros,son el caldo de cultivo que potencia la siniestralidad, a la vez que perturba la circulación.

Algunos de los principales factores asociados a los factores humanos en conducción :

  • El estado de salud.
  • La atención.
  • La fatiga.
  • El sueño.
  • El estrés.
  • La agresividad.
  • Las emociones.
  • La edad.
  • El alcohol, drogas.
  • Medicamentos.

El estado de salud

En primera instancia, es de vital importancia los reconocimientos correspondientes para descartar todo aquello que pueda suponer un riesgo tanto para el conductor como para otras personas.

La vigilancia de la salud permite registrar los cambios en sus condiciones psicofísicas y perdida de destrezas.

Los servicios de Salud juegan un papel esencial para prevenir los accidentes de tráfico, ya que una adecuada protección de la salud incidirá de manera directa en la mejora de la seguridad vial.

La atención

Al conducir se efectúan acciones supuestamente insignificantes, que suponen separar la vista de la carretera o distraernos de la labor de conducir.

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Principales fuentes de distracción:

Celulares y navegadores GPS. Diferentes estudios apuntan que tras tres minutos de charlar por el móvil (aun con manos libres) el conductor no percibe el cuarenta por ciento de las señales, su velocidad media baja un doce por ciento, el ritmo cardiaco se acelera de forma brusca a lo largo de la llamada, y se tarda más en reaccionar.

Distraer la atención y la mirada en buscar una sintonía de radio, una canción del cd, etcétera, puede provocar un accidente de tráfico.

Temperatura dentro del vehículo. Altas temperaturas dentro del vehículo pueden generar falta de reflejos y vigilancia en la conducción, como somnolencia.

Excesiva concentración de señales en las vías. Cuando la atención se concentra en múltiples señales al unísono, y en pequeños períodos de tiempo, puede dar sitio a fallos, como a la aparición más temprana de la fatiga.

Otras pérdidas comunes de atención. Encender/Apagar un cigarro, buscar algo en la guantera, preguntar papeles, charlar con otros ocupantes, suponen separar la vista de la carretera o bien perder el foco de la conducción.

La fatiga

La fatiga provoca problemas en la concentración, cansancio cervical, picor de ojos que alargan los tiempos de reacción y logran que se generen más fallos en la estimación de velocidades y distancias aumentando consecuentemente los riesgos de accidente.

Las jornadas de trabajo demasiado largas son perjudiciales para una conducción segura dónde los efectos de la fatiga aparecen visiblemente cuando se aproxima el final de la jornada laboral.

El sueño

Indudablemente éste es el autor de muchos accidentes. La somnolencia excesiva es una grave causa interna de distracción en la conducción.

El sueño afecta en la capacidad de reacción, la percepción de las señales, de las distancias, de los sonidos y del tiempo, reduciendo nuestra agudeza visual y trastornando el estado anímico.

El estrés

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Es uno de los grandes inconvenientes de las sociedades modernas. Conducir cuando uno se encuentra agobiado, tiene generalmente consecuencias negativas. La prisa excesiva, en muchas ocasiones condicionada por una equivocada organización del tiempo, por ejemplo, acarrea un aumento del peligro.

El conductor apurado, considera que los otros conductores son un estorbo que impide una circulación más veloz, lo que le lleva a cometer imprudencias e inclusive a efectuar una conducción imprudente, transmitiendo mayor intolerancia y agresividad frente al resto.

El estrés lleva asociado diferentes fases en las que se pasa de un estado de alarma, en el que pueden aparecer la agresividad, una actitud competitiva, la conducción imprudente y la ofensa a la señalización, hasta la fase de agotamiento tras la aceleración del ritmo cardiaco debido a las acciones precedentes, con la consecuente reducción de la atención y concentración a lo largo de la conducción.

La agresividad

Es uno de los comportamientos humanos que más caracterizan a los conductores al volante. Varios accidentes se deben a la agresividad y a la competición que en ocasiones se establece entre conductores, tanto es así, que buena parte de los altercados con violencia física se debe a discusiones entre automovilistas motivadas por el propio tráfico vial. Son datos que mueven a la reflexión, y prueban que, a no ser que controlemos nuestras actitudes al volante, nos ahorraríamos accidentes y malos ratos.

Muchas veces conducir lleva a sentir: tensión, soledad, aburrimiento de horas al volante, sensación de fortaleza que transmite la “carrocería” del vehículo, que liberan actitudes agresivas que fuera del vehículo no se manifiestan. También el hecho de no poder hablar con los conductores que nos han enfadado, contribuye a generar tensión.

Las emociones

Los diferentes estados sensibles pueden ser factores influyentes en la seguridad del tráfico, puesto que tienen un reflejo directo en la manera de conducir.

Ser inteligente emotivamente en la conducción es saber administrar las emociones para no dejarnos arrastrar por ellas cuando estas afectan de manera negativa a nuestra seguridad.

La edad

Proporcionalmente, teniendo presente su representatividad en la población, los jóvenes de dieciocho a veinticuatro años son los que tienen más accidentes de tráfico.

Ciertas peculiaridades comunes a los jóvenes y que influyen en su estilo de conducción son:

La propia personalidad del individuo no está todavía totalmente desarrollada, y a veces halla en el vehículo la manera de lograr una compensación.

Ciertos jóvenes, eminentemente varones, tienden a sobrevalorar su habilidad al volante.

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En contrapartida, el incremento de la edad, deteriora las destrezas, el noventa por ciento de la información precisa para conducir es de carácter visual, la capacidad visual se reduce como media un treinta por ciento entre los treinta y los sesenta y cinco años, con lo que se reduce el campo visual, se calculan peor las distancias y hay una mayor facilidad para el deslumbramiento nocturno.

Asimismo con la edad se generan defectos de audición, con dificultad para discriminar y encontrar sonidos, sobre todo de los tonos altos, lo que produce una pérdida de información esencial en la conducción.

El alcohol

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Los efectos que genera el alcohol en la conducción son muchos: desde una menor capacidad de concentración, un aumento del tiempo de reacción, una peor estimación del peligro y de las distintas situaciones de la circulación, somnolencia, percepción de la velocidad menor que la real, atención dividida, alegría, etc.

Por lo indicado anteriormente el consumo de alcohol es incompatible con la conducción. La única tasa para conducir seguro es “0,0”. En el caso de tomar algo de alcohol debe hacerse en medio de la comida y sin prisas, a fin de que el organismo tenga tiempo para su metabolización.

No hay producto o bien antídoto casero que suprima los efectos del alcohol. Se puede dar un paseo, tomar agua y dejar pasar todo el tiempo que haga falta antes de conducir. El hígado suprime a un ritmo incesante entre 0,1 y 0,2 gr/l. por hora.

Drogas

Existe un gran número de drogas de muy diversa índole y substancias con diferentes efectos físicos, psíquicos y sociales, y con diferentes peligros asociados. Cuando dichas sustancias se hallan en nuestro organismo, se dirigen por medio de la sangre a nuestro cerebro y alteran su comportamiento.

Su consumo frecuente produce:

“Tolerancia”: conforme el organismo se va adaptando a una determinada sustancia, se precisa consumir una mayor cantidad para conseguir los mismos efectos.

“Dependencia”: la persona precisa consumir la sustancia de que se trate para no experimentar los síntomas de abstinencia (dependencia física) y poder encarar su vida rutinaria (dependencia psicológica).

El consumo de estas sustancias puede generar una falsa sensación de control, enmascarar la fatiga y el sueño. El éxtasis por ejemplo afecta de forma directa a la percepción y atención en el momento de conducir, al tiempo que las anfetaminas generan hiperactividad, disminución de sensación de fatiga y elevan el exceso de confianza, con lo que resultan muy perjudiciales para la conducción.

Medicamentos

Es de vital importancia leer pausadamente el prospecto para conocer la posible repercusión de los mismos sobre las condiciones psicofísicas del conductor. Los fármacos que pueden reducir la capacidad para conducir o bien manejar maquinaria peligrosa, llevan una advertencia en los envases.

Existen fármacos en especial susceptibles de poder interferir de forma negativa en la conducción, como son los tratamientos para el insomnio, aquellos relacionados con las perturbaciones psiquiátricas, los antiestamínicos, los calmantes, y los estimulantes. En estos casos debe extremarse la cautela y preguntar a un especialista la posibilidad de compaginar su administración con la conducción.

La mezcla de alcohol y fármacos puede alterar nuestra capacidad de conducir de forma imprevisible.

La velocidad

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La velocidad influye de 4 formas en la ocurrencia de accidentes de tráfico:

Aumenta la distancia recorrida por el vehículo desde el instante en que el conductor advierte una urgencia hasta el momento en que reacciona.

Aumenta la distancia precisa para detener el vehículo desde el instante en que se reacciona frente a una urgencia.

La severidad del accidente aumenta exponencialmente con la velocidad de impacto.

En choques a gran velocidad se reduce la eficiencia de los dispositivos de seguridad, como por ejemplo, los airbags.

A modo de conclusión, para evitar situaciones potencialmente peligrosas, el conductor necesita tener en cuenta no solo el estado del vehículo, la meteorología o el estado de las calles o rutas, sino también, todo lo que respecta al impacto de los factores humanos a la hora de colocarse frente al volante.