Ya hace muchos años, persiguiendo mis sueños, arribe a estas hermosas tierras lejanas llamadas por los nativos Aotearoa (la tierra de la gran nube blanca en te rēo Maōri) y por los ingleses New Zealand.
Desde que llegue, inmediatamente pude notar las similitudes entre Nueva Zelanda y mi Uruguay natal; la misma latitud de Auckland y Montevideo hacen que su clima sea semejante, sus plantas nativas comparten características, tenemos una población aproximada en cantidad (4 millones en vez de 3), una proporción territorial similar, un modelo económico basado en pilares como la agricultura y turismo y el orgullo de ser países que están a la vanguardia mundial en leyes, normativas de protección y respeto al ser Humano.
El pueblo Kiwi, como son llamados los nativos de estas tierras, está compuesto de la armónica convivencia del pueblo originario Maōri, los descendientes de aquellos inmigrantes provenientes del Reino Unido que poblaron en el siglo 19 las islas y una miríada de nuevos inmigrantes de corrientes más recientes, donde predominan Indios, Chinos, Malayos, pobladores de las islas del Pacífico y más recientemente, a través de las visas Working Holidays, muchos Latinos y Uruguayos que decidieron hacer de estas tierras su nuevo hogar.
En Aotearoa/New Zealand se respira un aire de respeto y valor por la comunidad, tal vez como legado de la ardua lucha contra las dificultades que tuvieron que enfrentar aquellos primeros inmigrantes Británicos en estas tierras australes, o tal vez de la profunda importancia que el pueblo Maōri le da a la unión de las personas en comunidad (Iwi). Todo refleja estos valores.
El estribillo del himno nacional recita, “todos juntos convivimos en los lazos del amor”; la educación en las escuelas enseñan estos valores comunitarios desde muy temprano, todos respetan las normas de tráfico, las colas, las reglas. No porque sino lo hacen hay una reprimenda, sino porque es lo que es correcto hacer.
En este decenio tan particular en que vivimos, estas normas y conductas sociales, de condición políticas tomaron relevancia vital en la aparición del virus SARS COV 2 y las consecuencias de su esparcimiento a nivel global.
En línea con esas similitudes que Uruguay y Nueva Zelandia, en los comienzos de esta pandemia, ambos fuimos orgullosamente un ejemplo para el mundo en el manejo y resultado en la lucha contra el coronavirus.
¿Pero qué paso después ?
Nueva Zelanda no tiene casos de COVID en la comunidad prácticamente desde mayo de 2020, y hoy día vivimos en absolutas libertades; no se usan tapabocas, hay conciertos de participación masiva, la educación se desarrolla con normalidad y la economía florece.
Es que claro, se priorizo sin ambigüedades el concepto Maōri de Iwi, respeto máximo por la vida y la comunidad, en detrimento de otros factores, como ser la economía.
Hoy en Uruguay el COVID pega fuerte, con más pérdidas Humanas de las que todos querríamos ver.
Es verdad que Aotearoa es una serie de islas cubiertas por una gran nube blanca en el Pacífico y eso ayudó a su aislamiento, pero eso también trae muchos otros desafíos.
Tan parecidos y tan distinto.
Reflexiones y aprendizajes que sería interesante explorar cuando, ojalá mas temprano que tarde, en ambas mis tierras, volvamos a abrazarnos y besarnos sin miedo ni tapabocas.
Escrito por: Benjamín Levy.